La muerte de Héctor "Negro" Giménez, el 24 de julio de 1990 dejó ese espacio vacío del que habla Alberto Cortez. No solamente por su pregón "aaaroo, aaaroo...", que lo caracterizó en el reparto de diarios y revistas sino porque, a partir de su trabajo, se convirtió en todo un personaje de la ciudad.
Su bicicleta y sus perros siguiéndolo en la recorrida son un icono para todos los que lo vieron transitar las calles de la ciudad. Su relación con el deporte fue la natación, no solamente porque la practicó desde joven y fue uno de los que se animaron al cruce de la laguna, sino porque lo enseñó gratuitamente en su club, el Náutico, que lo homenajeó con una estatua en la entrada. Y, como pocas veces ocurre con las personas en cualquier lugar del mundo, fue levantada en vida del "Negro". Todo un mérito del canillita más popular.
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